lunes, 17 de octubre de 2016

A la tercera...

Si todo lo que acabase en -arte lo fuese...
mirarte, bailarte o matarte me convertirían en la mejor de las artistas.
Sabría dibujar tus ojos, para plasmar de forma certera, tu mirada
clavada en las puntas abiertas de mi pelo.
Sería capaz de componer la melodía más pegadiza y bonita
que hayas escuchado jamás. Y te juro que nada tendría que envidiarle a tu risa.
Sería algo del tipo: "te invito a un café y a un polvo"
ya sabes, de esas cosas que no te esperas
pero se quedan ahí grabadas para siempre.
(estoy señalando a tu entrepierna.
Perdón, quise decir corazón)
Sería algo para ser bailado por una stripper
en tus caderas,
en un bar de carretera.
Mis palabras, tendrían la certeza de matarte;
lo siento, siempre he sido demasiado cobarde para jugar a esas a cosas,
sin embargo ellas no. Ellas pueden hacer el trabajo sucio
como cuando me hablas bajito
y me llamas,
de todas las malas maneras en las que se puede gritar a alguien.
Y a mi me parece tan erótico,
que dejaría que me llamases una vez
y otra
y otra ya no.
Porque la tercera no fue la vencida,
fui yo.

domingo, 16 de octubre de 2016

Desirée

Una vez conocí a alguien. Tenía nombre de mujer. De diosa griega.
Tenía nombre de bebida alcohólica y de puta. De estrella, de diva de las de antes. Tenía nombre que sonaba a música, que olía al humo del cigarro que te fumas después de un polvo. Su nombre sonaba en las paredes de todas las habitaciones que pisaba. Sabía a caramelo y whisky, a sudor, a una noche de hotel.
Era de esas mujeres con las que me gustaría acostarme. Con las que me tomaría un café en cualquier terraza. Con las que me quedaría hablando de arte, de hombres, o de sexo hasta las tantas. De esas a las que le dedicaría el poema más verdadero y el más romántico. De esas mujeres que hacen que me ponga tonta, o cachonda, o las dos a la vez. Era de esas mujeres fuertes. De las que se caen y vuelven a levantarse. De las que se emborracha tan rápido como se enamora, e incluso en ese estado de embriaguez, es capaz de hablar con coherencia y verdad.
Ella tenía nombre de mujer. Y cuerpo de mujer. Y voz de mujer.
Puede que por eso me enamorase. Pero no os penséis que me enamoré de la forma aburrida y convencional. Me enamoré de su persona, de como me miraba sin parecer que me estaba perdonando la vida, de como era. Real, única. Me enamoré de su mente, de su forma de pensar e imaginar.
Y imaginando me tuvo a mi muchas noches. Imaginándola, soñándola, abrazándola. Me desvelaba, me quitaba el sueño y también me lo provocaba.
Ella era el frío y el calor, el sol y la lluvia. No tenía termino medio. Era el agua que llenaba mi bañera y la sequía de mi desierto. Era mi ídolo adolescente, mi actriz. Era mi sueño y mi vigilia. Era todo y no era nadie. Era una zorra, en busca de un árbol para taparse del chaparrón. Y lo encontró. Encontró su árbol, su refugio, ese lugar donde se encerraba a escribir cuando llegaba la tormenta.
Ella era un libro abierto, que si lo tocaban las manos equivocadas se cerraba con candado. Pero si lo tocaba quien debía, le regalaba sus palabras, sus letras... Y yo fui una de ellas. Fui sus palabras, sus letras, alguno de sus guiones, su película y su obra. Pero eso es otra historia...
Ella era el nombre y los apellidos del premio nobel de las letras, era la portada de mi libro favorito y mi película.
Ella era mi mujer. Mi super mujer y a día de hoy, lo sigue siendo.

Podrán cortar las flores...

Ya no se regalan flores.
Puede ser que porque se haya acabado la primavera,
aquella que parecía eterna.
La que antes duraba 365 días, y que ahora,
dura lo que dura un polvo en un baño,
en cualquier bar de Madrid,
a cualquier hora de la noche,
con cualquiera.
Se detuvo, aquella primavera que Neruda decía que no podrían parar,
decidió frenar en seco.
Como ese coche que quiso llevarse por delante mil y un pétalos
pero que se arrepintió en el ultimo segundo.
Ya no hay flores, ni tampoco primavera.
Y no porque las hayan cortado,
simplemente se han cansado de esperar.
Ya no se sale a bailar.
Es probable, que nos cansáramos
de que nos estuviesen pisando cada dos por tres;
de tener dos pies izquierdos;
y tres manos derechas,
que se quemaban cada vez que tocaban una cintura
o encontraban otra mano que,
-como el zapato de Cenicienta-
se empeñaba en encajar a la fuerza.
Ya no salimos a bailar, por miedo a que nos pisen,
sin darnos cuenta,
de que bailando solos
nos hacemos más daño,
del que pueden hacernos al pisar.
Ya no se escriben cartas.
porque las palabras de plástico
han devorado a las de cristal.
El papel ha sido quemado y al bolígrafo se le ha acabado la tinta.
La mano se ha dormido,
y la inspiración se ha apagado,
al igual que la luz de la habitación donde escribíamos.
Ya no se va al cine.
Porque nos basta con las películas que nos montamos nosotros mismos
una mirada de más, o un beso de menos,
son suficientes para crear un thriller,
o una saga entera.
Las palomitas han dejado de explotar de alegría,
y la bebida la hemos sustituido
por whisky y vozka del malo.
Los bombones se han derretido,
y el telón se ha puesto sus mejores galas
para salir a escena y cerrar la obra.
Ya no se dan los primeros besos del año,
ya no se brinda, ni se abre champan para celebrar.
La copas se rompen por el desuso
y los corazones se congelan de frío.
Las botellas se mantienen cerradas durante veintiocho años
hasta que se tiran,
porque el alcohol y la felicidad se han esfumado.
Todo seguirá estando bien,
mientras los bares sigan abiertos,
mientras tengamos que beber,
y mientras los escritores lleguen a sus libros
oliendo a sexo y whisky
a bajas horas de la mañana,
mientras sus letras, les preguntan a quien más
les han estado escribiendo poemas de amor.
Porque podrán cortar las flores, y podrán detener la primavera.
Podrán quemar los libros, pero nunca parar una palabra certera.

martes, 16 de agosto de 2016

mirARTE

Solo quería mirarla. Quería verla reírse de sí misma con esa manera tan peculiar que tenía de hacerlo. Quería verla llorar de alegría o ver la cara de susto que me ponía cuando el cielo, decidía imitar su interior desatando fuertes tormentas a las que hasta yo, en alguna ocasión, les tenía miedo.
Quería verla dormir y despertar cada mañana, verla hablar con el sueño y pelearse con el insomnio. Quería ver como se emocionaba con un atardecer, y como me decía "mira que maravilla" cuando yo a la única maravilla a la que podía prestar atención era a ella. Quería verla pedir un deseo a una estrella fugaz desde mi balcón, mientras yo me moría por pedírselo a la cara.
Solo quería verla, porque mirarla sabía cualquiera.

jueves, 11 de agosto de 2016

00:00

Está tumbada a mi lado, leyendo algún libro triste, de esos que yo jamás conseguiré entender. Tiene la mirada encontrada entre tantas palabras, al contrario que ella.Y sus manos acarician cada letra con la misma fragilidad de un lazo bailando sobre el filo de unas tijeras. Es guapa, qué digo, es preciosa. Es ese tipo de mujer que me gusta;
para ir a bailar
para salir a pasear una noche de verano
para tomar un café
para follar
para charlar
para hacerle de todo
menos daño.
Es de esas que cortan  la respiración con un complejo movimiento de pestañas, de las de "mírame pero ni se te ocurra tocarme", de esas a las que ni el aire que hacía que a mi me faltase fuese capaz de mover su melena rubia llorando sobre sus hombros, dejándose morir en medio de su espalda. Como a quien se le rompe un corazón en medio del desierto.
Suerte que a mí, no me queda ninguno.

jueves, 2 de junio de 2016

Encajar.

Atrapada en el invierno Ruso de una guerra más interna que mundial, encontré la última pieza del puzzle que nunca supo completar. Escondida entre las páginas de un viejo libro de historia yacía su silueta, sus curvas por las que todos los hombres,
imprudentes, insensatos, necios...
se mataban con la luz del sol. 
Perdida entre las mil piezas que la rodeaban y se burlaban de ella por ser distinta, por no encajar, la encontré. Asustada, indefensa, vulnerable, humana. 

La encontré, sin buscarla, sin querer encontrarla. Sin querer tocarla. 
La encontré suplicando, confesándose humana, y quién se lo iba a decir a ella, después de haberse proclamado diosa griega, después de haber asesinado a cientos de hombres con el tornado que generaban sus pestañas. 
Allí la encontré, cansada de llorar. Anclada en el invierno de una guerra que solo había comenzado. Una simple pieza, que su dueño nunca supo encajar. 

Pequeñas piezas que la envidiaban, peligrosas curvas que poseías, gran imagen que reflejabas, ¿dónde te has ido? ¿Dónde está tu juventud, tu imagen, tu poderío? ¿Acaso se ha marchitado como la rosa que no vive más de un día? o ¿ha querido abandonarte como tu quisiste marcharte?

Querida pieza que nunca llegaste a encajar, 
querido puzzle que nunca supieron completarte,
no te dejes perder en un invierno que nunca acabará. 

miércoles, 11 de mayo de 2016

Estrella (no) fugaz

He vuelto a sentirte mientras dormía.
Es la décima noche que sueño contigo desde que te fuiste.
Y desde que no estás te siento aún más.
En cada foto que veo, en cada baldosa de la calle que piso,
en cada rincón de esta casa
sin vida (desde que te marchaste)
No hay día que no te sienta cerca, o que
no pase sin suplicarle a Dios que cuide de ti.
Son infinitas las veces que entro a tu cuarto y le suplico al cielo que te guarde,
que te haga sentir como si estuvieras aquí, en casa.
Innumerables son las veces que miro hacia arriba
buscándote en cada estrella (sin acordarme que estás en todas)
dando gracias
por haberme enseñado tan bien, por haberme cuidado tanto,
por haberme curado todas las heridas tanto externas como internas.
Recuerdo la motivación que me dabas, tus:
"muy bien mi niña, así se hace" o los "que guapa eres"
y no puedo evitar sentirme estúpida,
por nunca decirte cuanto te quería o por enfadarme contigo,
no puedo evitar pensar que tu cuerpo no me volverá a ver con un vestido
y no me verá subida en un altar como siempre decías.
No puedo evitarlo y te pido perdón por haber sido tan egoísta.
Sin embargo, me reconforta saber que aunque
el ruido falte en esta casa
tu alma siempre permanecerá en esta casa, en esta ciudad y en este mundo
junto a mi. Y que nunca será demasiado tarde
para pedirte perdón y decirte que te quiero con toda mi alma, y que siempre lo haré.
Con amor desde tierra firme, tu niña bonita.

miércoles, 27 de abril de 2016

Enero

Hoy me han preguntado por la canción más bonita del mundo, y yo no he sabido que contestar. Me he quedado en blanco, sin palabras (y mira que eso es raro en mi), completamente descolocada. Y después de que contestara otra persona para sacarme del apuro, me he puesto a pensar en cual sería la canción más bonita del mundo. He buscado en todas las páginas de música online, me he escuchado todas las canciones habidas y por haber; las que me sabía las he cantado y las que no me las he aprendido. me he informado sobre la vida de cada uno e los cantantes, de por qué compusieron la canción correspondiente a cada uno de ellos. Y si, he encontrado canciones muy bonitas, canciones preciosas. Unas hablan de amor, otras de engaños, otras de venganza... como la vida misma. Ninguna de ellas tiene el mismo ritmo, todas son diferentes, y sin embargo, no me quedo con ninguna.

Me encuentro en mi habitación, escuchando una de tantas canciones que he escuchado a lo largo de mi vida. ¿Será esta la canción más bonita del mundo? No lo creo.
De repente me has llamado y he dudado si contestar, nunca sueles llamarme. Aún así lo he cogido, y cuando se te ha cortado la voz diciendo "te necesito" me he dado cuenta: la canción más bonita del mundo es esa que no necesita de música, que no tiene porque carecer de ritmo, que no ha de rimar. Tu voz, esa es la canción más bonita del mundo.
Después te has quedado callado, y he pensado en colgarte, pero me has preguntado algo que me ha vuelto a hacer pensar: "¿Cuál es el mejor lugar para quedarte a vivir?" Y he sido yo la que se ha quedado callada, pero seguro que tú no has pensado en colgarme, porque esperarías toda tu vida para una respuesta salida de mi boca. Sigo en silencio y pensando en lugares como Italia, China, Nueva York... cuando te contestas a tu propia pregunta: "En tus brazos" y antes de que pueda decir nada me preguntas algo nuevo: "¿Crees en el amor? ¿Y en las casualidades?" Y sigo callada, y pienso.
"No creo en las casualidades, tampoco en el amor. Pero me lo has hecho ver y tocar y solo se cree en las cosas que no son reales, y yo nunca he sentido algo tan real"

Entonces es en este punto de la noche cuando la canción cambia y se me quitan las ganas de querer colgarte el teléfono y de ahorcarme con el cable después, para tumbarme en la cama y descubrir lo realmente complejo que es el mudo que nos rodea y como una persona puede explicártelo de tal forma que lo hace más complejo aún, tanto que acabas entendiéndolo de cierta manera. Y es ahí, donde me doy cuenta de que la canción más bonita, el lugar más mágico, las cumbres más altas y el infierno más habitado están en una sola persona, esa donde te quedarías a vivir (y a morir) durante el resto de tus días.

lunes, 4 de abril de 2016

Al otro lado.

Allí donde las estrellas brillan más de lo habitual.
En un lugar donde puedes pintar las flores
y elegir donde quieres que crezcan;
si en tu pelo, en tus manos o tu ombligo.
Más allá de tu espalda, donde los lunares
dibujados con precisión sobre esta
se alinean.
Recuerdala.
Recuerda su sonrisa, sus ojos y sus manos,
y todo lo que hay más allá,
su risa de niña los domingos por la tarde
su manera de mirar la Luna las noches que no pasa contigo
su forma de acariciarte y como a pesar de abrazarte con toda la fuerza que puede
es capaz de hacerte temblar.
Recuerda como baila cuando suena una canción que se sabe
- no te olvides que se las sabe todas -
y como lo da todo cuando se trata de hacer regalos.
Nunca olvides que no le hará falta un día especial para darte algo,
aunque solo sea un poco de su amor,
a pesar de que te parezca una cantidad enorme.
Recuerdala viva, grande, niña;
como todas esas veces en las que se para a tocar el agua de un río,
o esas en las que se para en medio de un prado a coger flores bonitas
(no tanto como ella) para enseñarte a hacer coronas.
Recuerda como se llama princesa a si misma
y recuérdate a ti:
tu manera de mirarla, y de pensar en lo equivocada que está
en que princesa se queda corto, porque para ti es una reina.
Recuérdate las noches de jueves,
ansioso de viernes para verla un rato más
y retenerla un poco menos.
Para dejarla libre y correr con ella,
porque así debes recordarla. Libre.
Recuerda cada uno de sus besos
y la manera tan graciosa que tiene de correr.
El como se hace la enfadada cuando la llamas fea
y como te ríes al decirlo
- porque sabes que te equivocas -
Recuerdala admirándote,
intentando ser como tú.
Metiéndose en medio de un bosque, queriendo demostrarte Dios sabe qué;
manchándose los zapatos
y limpiando su alma.
Recuérdate idolatrándola
como a una diosa olímpica. Y la verdad que
olimpiadas es como debería calificarse su forma de ir de compras.
Recuerda lo mucho que has aprendido con ella
y todo lo que ella ha aprendido de ti.
Recuérdate siendo ella,
recuerdala siendo tú.

jueves, 25 de febrero de 2016

Nunca te fíes de alguien que te abre la puerta del metro

¿Qué tal estás?
Y lo preguntas en un tono disimulando que no te importa lo que te vaya a responder, que no te dolerá cuando te diga que estoy bien y que todo ha pasado. Que soy una mujer nueva y que no volveré a girarme nunca más.

¿Qué tal estás?
Pues bien cariño, bien. No puedo estar mejor desde que me cerraste la puerta del metro en la cara, la misma que me abriste el primer día de clase, la misma que me abriste el día que fuimos a cenar por primera vez a aquel restaurante italiano. La misma cara, que me partí por darla en aquella guerra que perdí, la misma que me giraste la última vez que no quise saber nada más de ti. La misma cara sin maquillaje por los suelos que no dejaste que llegase a casa ningún fin de semana a las seis de la mañana.

¿Qué vas a hacer esta noche?
Y me lo preguntas como si no lo supieras, como si tuvieras la esperanza de que contestaré que pasar la noche contigo. Pero no cariño, no volveré a pasar frío una noche más durmiendo contigo, y no me refiero a que te lleves siempre la manta.

¿Qué vas a hacer esta noche?
Pues rodar amor. Bailar hasta que me duela el alma y destrozarme la garganta haciendo cosas que mamá nunca quiso contarme porque era demasiado pequeña
ahora seguro que tampoco me las contará
aunque seguro que las sigue haciendo con papá.
Olvidarme los zapatos en un bar de mala muerte del que alguien tenga que sacarme porque ni yo misma tengo fuerzas para hacerlo.
Volverme a destrozar la garganta y la espalda y el culo jugando a cosas de esas que los adultos llaman de mayores.
Y ponerme hasta el culo de alcohol, limón y recuerdos.
Y tirarme encima del primero que me mire con malos ojos
encima de un mar de harina blanca
para ponernos de todo
menos melancólicos.
Volver a casa con la cara  -Esa que me rompiste una vez-
más sucia del mundo
manchada de rímel, pintalabios y venganza.
Y a la vuelta
limpiar mi imagen desconfiando del primero que me abra la puerta
en el metro.
Sentarme en el vagón más vacío
y sentirme rodeada de gente,
ver pasar las golondrinas como Becker,
y esperar a que caiga la noche para escribir lo versos más tristes.

¿Y mientras tú? ¿Qué vas a hacer esta noche?
Pues rodar también, pero sin bailar, sin destrozarle la garganta a nadie haciendo cosas de mayores, de esas que tu madre te contaba cuando eras un crío
y que tu padre quiso enseñarte a hacer antes de tiempo.
Buscar mis zapatos en el peor bar de la ciudad, con la esperanza de que los zapatos sean lo menos importante que te encuentres allí, y tener que salir tú solo a rastras de aquel lugar porque nadie se atreva a hacerlo.
Y ponerte ciego de recuerdos y drogas.
Y lanzarte al vacío para suicidarte después,
debajo de una montaña de pastillas de colores.
Y a la vuelta, manchar tu foto de carné con la vergüenza de que el metro
te cierre la puerta por una vez, en la cara. Esperando que caiga la noche,
para volver a ver como tiritan los astros a lo lejos.  



martes, 16 de febrero de 2016

Feliz cumpleaños al deseo más bonito que nadie le haya pedido nunca a una estrella fugaz

Feliz cumpleaños al novio más increíble que he podido tener. No me voy a alargar mucho con esto, pues creo que ya está todo más que dicho (aunque te lo repito mil veces mas si no te queda claro). No llevo estos 17 años contigo, lo se. Pero estaré aquí durante los próximos 17, y los siguientes y los siguientes de los siguientes y así hasta el fin de nuestros días. Y cuando esos días se acaben, ya sea en el cielo o el infierno, en Roma, Paris o Nueva York, seguiré estando ahí felicitándote. Hace un año justo, no pude felicitarte como era debido, puede que porque apenas te conocía, o porque me llamabas demasiado la atención, no se. 
Pero bendito el día que decidí llamarte para subirme contigo en los coches de choque, bendito aquel otro en el que me rayé porque "tenia algo en la nariz", o aquel en el que nos metimos en el baño y te aburrí durante dos interminables horas contándote la historia de mi vida, bendito aquel abrazo después de toda aquella conversación y tu dedo sobre mi cara secándome las lagrimas. Bendito invierno, y bendita noche vieja. Pero sobre todo bendito 28 de enero y bendita paciencia la tuya para no dejarme caer. A veces pienso que eres demasiado para mí, pero luego me digo que yo también soy demasiado y que por eso formamos tan buen equipo. Gracias por formar parte de él. 
Feliz 17 de febrero al hombre de mi vida (tengo muy claro que eres tú) y felices 17. Por lo que todos sabían y nosotros ni nos imaginábamos. Te adoro (las sorpresas no acaban aquí, solo acaban de empezar) 

martes, 9 de febrero de 2016

Dilema de año nuevo

A veces tenemos que tomar decisiones difíciles,
¿corbata o pajarita?
Creo que es la decisión más difícil que tuviste que tomar alguna vez.

Tú, indeciso rompiéndote la cabeza por no saber que atarte al cuello,
hubiese sido muy fácil decirte que una soga, pero hasta con eso estarías radiante.
Recuerdo tus mensajes cada cinco minutos haciéndome la misma pregunta, y yo respondiendo lo mismo a cada siete. Al principio corbata, después pajarita y después un no se, que no quisiste ponerte pero que seguro que te hubiese quedado increíble.

A cada hora el dilema se hacía más intenso. Puede que no fuésemos tan distintos, yo preocupada por ser la más guapa de la fiesta. Tú, preocupado por no saber que anudarte en la garganta (aunque el nudo de tu corbata no fue el único que creaste aquella noche)
¿Corbata o pajarita?
Creo que fue la decisión más complicada que tomaste alguna vez pasadas las doce de la noche. Cinco minutos antes de salir de casa.

A veces tenemos que tomar decisiones difíciles,
y aquella noche tomamos la decisión más complicada pero
sin duda
la más acertada.
Y que bonito dilema
para empezar un nuevo año.

sábado, 23 de enero de 2016

Carta de buenos días a lo mas bonito del universo

Para cuando leas esto todavía estaré dormida y tu ya te habrás levantado. Ojalá poder verte con tu cara somnolienta, tus ojos semiabiertos y tu pelo revuelto. 
Creo que no puede haber nada mas bonito en el mundo que tú cuando te levantas. 
Te imagino torpe mientras buscas las zapatillas para ir al baño, mientras te preparas un café o mientras te duchas. Te imagino yendo a por telefono y leyendo estos "buenos dias" si pueden llamarse asi. Me gusta imaginar que sonries y que piensas "está loca" y la verdad que si que lo estoy, por ti. Por la cara que me pones cuando me enfado sin motivo, por como me miras: ahí la vida se vuelve más bonita. 
Para cuando leas esto todavía estaré dormida y tu ya te habrás levantado. Te habrás despejado y sabrás que es lo que estas leyendo. Entenderás entonces que te quiero mas que a mi vida, y que la vida me parece menos desastre contigo. 
Para cuando leas esto yo estaré dormida y tu ya te habrás levantado, asi que buenos días a la cosa más bonita que ha pisado este universo. Te adoro, ya lo sabes (hoy mañana y siempre) 

jueves, 21 de enero de 2016

La vez en la que un playboy me pidió que no le llorase...

Me pidió que no le llorase, lo que me obligó a quitarme de encima de él para no mojarle.
A girarme y a evitar ahogarme con mis propias lágrimas.
No se que hubiese preferido,
que el nudo de mi garganta me hubiese ahogado,
o no haber conocido a quien me lo ató.
Creo que me quedaré con la opción de ahorcarme con la soga
que ataba el ancla del barco que nunca llegó a chocar con un iceberg
pero que aún así no consiguió sobrevivir a la colisión de mi cuerpo sobre el suyo.

Después de años, volví a ver a aquel que me había suplicado que no le llorase,
que me había hecho quitarme de encima para que mis lágrimas no le rizaran el pelo,
que me había arreglado el corazón para romperlo de nuevo y coleccionar los cachos del cristal
que había dejado el huracán.
Me saludó como quien saluda a un compañero de clase con el que nunca tuviste demasiada
relación. Dos besos y un hola.
Lastima que nosotros fuimos más que compañeros de clase. Ojalá nunca lo hubiésemos sido.

"Te invito a un café", así de sencillo. Café el que había en sus ojos, que me quitaban el sueño
cuando le sorprendía mirándome y riéndose de mi por hablar en sueños.
Todavía hoy, en ocasiones, me lo sigue quitando. Al igual que la vergüenza y
la esperanza.
Acepté su café y su charla de casi tres horas, en la que comprobé que estaba igual
de roto que yo, o incluso un poquito más.
Entendí que no era la única que necesitaba arreglo, y esta vez fui yo la que le pedí
que no me llorase.
Su cara... Oh Dios su cara... para que os hagáis una idea,
podría haber salido a subasta y que nadie se la hubiese llevado.
No tuvo precio la forma en la que levantó la cabeza, donde sus ojos por primera vez
perdieron toda la cafeína que tenían, para convertirse en té.
Y quédate es lo que me hubiese gustado decirle, para que nunca más se volviera beber
el café solo.

Sin embargo me quedé callada, mirando como se alejaba y como
el nudo de mi garganta me volvía a apretar.
Ojalá me hubiese ahogado con mis lágrimas, ¿os lo imagináis?
"Adolescente rota muere tras ser asfixiada a manos de sus mejores amigas,
esas que siempre están en sus ojos"
Pero en cambio sigo aquí, porque en el fondo, soy una cobarde
que jamás se atrevió a dar ese paso;
Soy una pequeña zorra que se enamoró de un playboy. Y todos sabemos, que los
playboys no buscan zorras, solo conejitas que hagan lo que les pidan.
Puede que por eso me dejara correr en libertad, sin saber que yo
lo único que quería era que él corriera conmigo.

Ha pasado el tiempo, Y después de ese día en aquella cafetería, no volví
a saber nada más de él. Puede que mis lágrimas aunque nunca llegaron mojarle y a rizarle el pelo,
si que fueron capaces de ahogarle al final.
Por eso, nunca olvidaré la vez
en la que un playboy
me pidió que no le llorase.


Mi vida no volverá a ser tu hospital.

No hay teoría que explique la razón de por qué,
solo me acuerdo de ti en los días de lluvia,
cuando el frío me cala,
posiblemente por un suspiro de esos que hacen
que cualquiera te regale su ropa interior.
No hay tesis, que me de una razón concreta de por qué,
cerraron la tienda de caramelos a la que Irene iba todos los días,
alomejor a causa de un movimiento de pestañas
ya sabes, de esos que originan huracanes.
- Por cierto, mueves las pestañas,
muy bonito -
No hay religión, que cuyo libro pueda convencerme
de que vas a volver.
Ya no te quiero.
No vuelvas por aquí.

A pasar por mi casa, en la que todavía siguen tus cosas;
las quemaré, para que de las cenizas
nazcan girasoles de color rosa.
Para que me crezcan flores en los dedos de los pies
o en el pelo.
A buscarme todas las tardes
a la hora en la que tres niños se pelean
por una pequeña hija de puta. Dónde,
al mismo tiempo en otra zona del mundo,
una madre celebra la perdida de su marido
el cual solo le ha dejado un canario de color gris.
A pasarte por mi cabeza, tres minutos antes
de que un niño en un hospital haga caída libre
y se duerma.
A mi.

No vuelvas.
No te odio.
Solo te admiro.
Y deberías temerme por ello.
No vuelvas por mi ciudad,
esa en la que nunca ha pasado nada.
Por la tienda de caramelos que cerraron
donde Irene quedaba con Laura
para hacer cosas de mayores.
Papá y mamá nunca me lo quisieron contar.
Tal vez puedas hacerlo tú, pero con la boca cerrada.
Más bonita tu garganta así,
callada
 muda
  ausente.
Como las ruinas que maquillan Grecia,
las secuelas que le dejaron a Cherbonyl después de que
su mujer le abandonara para irse con alguien más joven;
o como los fantasmas que habitan Detroit,
tu alma
o mi cabeza, buscando a alguien con quien hablar
de la crisis o del tiempo
que llevan encerrados.

Fantasmas que están más vivos que yo,
que las mariposas que resucité a disparos por no saber
comportarse cuando se acercaba alguien a prestarme un poco
de eso que la gente llama alegría.
Más vivos que mi mano, que no para de escribir poemas
que están contentos, como este, que no deja de reírse
de ti
y que no para de llorar
por mi.

Bienvenido a mi hospital, donde las paredes
son "amarillo chillón" y vaya si chillan,
no se callan, sobre todo por las noches.
Aquí las baldosas son la combinación
que da a un pista de baile de los 70´s.
Donde todas las frases acaban "mal":
El niño que hace caída libre la hace mal,
la tienda de caramelos que cerraron porque Irene
hacia cosas de mayores
(que mis padres nunca quisieron contarme)
con Laura, es mal.
Que Bella se comiera a Bestia,
le sentó mal.
Disfruta de tu estancia aquí,
porque podrás salir siempre.
Esta prohibido llorar
aunque muchas veces no podrás evitarlo.
Siéntete como en casa,
disfruta de tu estancia.

jueves, 14 de enero de 2016

Jamás serás Poesía

Por mucho que te empeñes en bañarme de versos.
Jamás serás Poesía.
Por muchas veces que vengas a buscarme a casa,
nunca me traerás de vuelta,
ni te invitaré a subir.
Porque nunca serás Poesía.
Jamás escribirás versos sobre mi cuerpo.
Porque no eres Poesía.
Ella era mi mejor amiga, aunque
en realidad tenga forma masculina
y su nombre termine en o.
Pero yo prefiero llamarla Poesía, porque así,
lo hace, si es posible, más bonito aún.
Y tú...
tú jamás serás como ella,
como él,
como lo quieras llamar.
Por mucho que quieras no podrás emocionarme,
ni hacerme llorar,
ni temblar,
ni llegarás a ponerme los pelos de punta,
como lo hacía Poesía.
Porque ella era mi mejor amiga,
y por mucho que te empeñes en ser como Poesía.
Jamás serás como ella.
Porque no toda la poesía tiene por qué rimar
ni todos los escritores
son capaces de hacer vibrar.
Porque por mucho que quieras
bañarme en versos,
nunca serás Poesía.
Y tampoco, volverás a ser tú.

Llegó la lluvia

Llegó la lluvia
para jugar a buscar al sol
mientra este 
juagaba al escondite
con la Luna. 
Llegó la lluvia 
para hacer mágico 
todo aquello 
que la magia habia hecho 
desaparecer. 
Llegó la lluvia
para besar las aceras
los prados y 
el mar; 
para secar las flores
y ahogar 
a los peces. 
Llegó la lluvia 
y entonces 
todo se iluminó. 

miércoles, 13 de enero de 2016

Duros, fuertes, bonitos...

Te quiero duro,
fuerte
  y bonito.
Y así es como quiero que (me) lo hagas.
Que (me) lo hagas duro
para olvidarme así,
de todos esos huracanes de mi alrededor.
Que (me) lo hagas fuerte,
y me hagas fuerte a mi,
para curarme.
Y que (me) lo hagas
bonito;
  lento;
    sin prisa.
Y que así nos quedemos,
parados,
   inertes,
pero jamás cansados.
Porque es así como te quiero
duro,
  fuerte
    y bonito.
En ocasiones puro,
en otras... sucio mejor.
Pero siempre bonito, así como tú eres.
Con tus ojos, parlanchines a veces
y otras, en cambio,
tranquilos
  callados
    dormidos.
O tus marcas pasando desapercibidas
como un cantante tomando un café en un viejo bar
en pleno centro de la ciudad.

Así es como te quiero
Con tu altura de tiranosaurio rex
siendo la envidia del Empire State,
alzándote sobre los edificios de la ciudad y sobre mi.
Con nuestras escapadas a Roma,
o la vez que nos fuimos a bailar a Nueva York
y terminamos viendo amanecer en lo alto de la Estatua de la Libertad
libres;
jóvenes.
Con mis discos de Lana del Rey
y mis libros de historias suicidas
que me hablan y me cuentan
lo que hiciste el pasado invierno con una chica morena
amante de los lazos y las heridas.

Así es como me quieres
fuerte;
  dura;
    y bonita.
Con mis pequeñas guerras internas.
Con mis revoluciones...
Francesa;
Americana;
Interior.
Así nos queremos,
bonitos;
  duros
    y fuertes.
Y así seguiremos haciéndolo
hasta que la Luna,
solitaria
y lejana,
decida venir a buscarnos
para jugar con ella al escondite,
mientras las estrellas
nos ayudan a buscarla.