sábado, 23 de enero de 2016

Carta de buenos días a lo mas bonito del universo

Para cuando leas esto todavía estaré dormida y tu ya te habrás levantado. Ojalá poder verte con tu cara somnolienta, tus ojos semiabiertos y tu pelo revuelto. 
Creo que no puede haber nada mas bonito en el mundo que tú cuando te levantas. 
Te imagino torpe mientras buscas las zapatillas para ir al baño, mientras te preparas un café o mientras te duchas. Te imagino yendo a por telefono y leyendo estos "buenos dias" si pueden llamarse asi. Me gusta imaginar que sonries y que piensas "está loca" y la verdad que si que lo estoy, por ti. Por la cara que me pones cuando me enfado sin motivo, por como me miras: ahí la vida se vuelve más bonita. 
Para cuando leas esto todavía estaré dormida y tu ya te habrás levantado. Te habrás despejado y sabrás que es lo que estas leyendo. Entenderás entonces que te quiero mas que a mi vida, y que la vida me parece menos desastre contigo. 
Para cuando leas esto yo estaré dormida y tu ya te habrás levantado, asi que buenos días a la cosa más bonita que ha pisado este universo. Te adoro, ya lo sabes (hoy mañana y siempre) 

jueves, 21 de enero de 2016

La vez en la que un playboy me pidió que no le llorase...

Me pidió que no le llorase, lo que me obligó a quitarme de encima de él para no mojarle.
A girarme y a evitar ahogarme con mis propias lágrimas.
No se que hubiese preferido,
que el nudo de mi garganta me hubiese ahogado,
o no haber conocido a quien me lo ató.
Creo que me quedaré con la opción de ahorcarme con la soga
que ataba el ancla del barco que nunca llegó a chocar con un iceberg
pero que aún así no consiguió sobrevivir a la colisión de mi cuerpo sobre el suyo.

Después de años, volví a ver a aquel que me había suplicado que no le llorase,
que me había hecho quitarme de encima para que mis lágrimas no le rizaran el pelo,
que me había arreglado el corazón para romperlo de nuevo y coleccionar los cachos del cristal
que había dejado el huracán.
Me saludó como quien saluda a un compañero de clase con el que nunca tuviste demasiada
relación. Dos besos y un hola.
Lastima que nosotros fuimos más que compañeros de clase. Ojalá nunca lo hubiésemos sido.

"Te invito a un café", así de sencillo. Café el que había en sus ojos, que me quitaban el sueño
cuando le sorprendía mirándome y riéndose de mi por hablar en sueños.
Todavía hoy, en ocasiones, me lo sigue quitando. Al igual que la vergüenza y
la esperanza.
Acepté su café y su charla de casi tres horas, en la que comprobé que estaba igual
de roto que yo, o incluso un poquito más.
Entendí que no era la única que necesitaba arreglo, y esta vez fui yo la que le pedí
que no me llorase.
Su cara... Oh Dios su cara... para que os hagáis una idea,
podría haber salido a subasta y que nadie se la hubiese llevado.
No tuvo precio la forma en la que levantó la cabeza, donde sus ojos por primera vez
perdieron toda la cafeína que tenían, para convertirse en té.
Y quédate es lo que me hubiese gustado decirle, para que nunca más se volviera beber
el café solo.

Sin embargo me quedé callada, mirando como se alejaba y como
el nudo de mi garganta me volvía a apretar.
Ojalá me hubiese ahogado con mis lágrimas, ¿os lo imagináis?
"Adolescente rota muere tras ser asfixiada a manos de sus mejores amigas,
esas que siempre están en sus ojos"
Pero en cambio sigo aquí, porque en el fondo, soy una cobarde
que jamás se atrevió a dar ese paso;
Soy una pequeña zorra que se enamoró de un playboy. Y todos sabemos, que los
playboys no buscan zorras, solo conejitas que hagan lo que les pidan.
Puede que por eso me dejara correr en libertad, sin saber que yo
lo único que quería era que él corriera conmigo.

Ha pasado el tiempo, Y después de ese día en aquella cafetería, no volví
a saber nada más de él. Puede que mis lágrimas aunque nunca llegaron mojarle y a rizarle el pelo,
si que fueron capaces de ahogarle al final.
Por eso, nunca olvidaré la vez
en la que un playboy
me pidió que no le llorase.


Mi vida no volverá a ser tu hospital.

No hay teoría que explique la razón de por qué,
solo me acuerdo de ti en los días de lluvia,
cuando el frío me cala,
posiblemente por un suspiro de esos que hacen
que cualquiera te regale su ropa interior.
No hay tesis, que me de una razón concreta de por qué,
cerraron la tienda de caramelos a la que Irene iba todos los días,
alomejor a causa de un movimiento de pestañas
ya sabes, de esos que originan huracanes.
- Por cierto, mueves las pestañas,
muy bonito -
No hay religión, que cuyo libro pueda convencerme
de que vas a volver.
Ya no te quiero.
No vuelvas por aquí.

A pasar por mi casa, en la que todavía siguen tus cosas;
las quemaré, para que de las cenizas
nazcan girasoles de color rosa.
Para que me crezcan flores en los dedos de los pies
o en el pelo.
A buscarme todas las tardes
a la hora en la que tres niños se pelean
por una pequeña hija de puta. Dónde,
al mismo tiempo en otra zona del mundo,
una madre celebra la perdida de su marido
el cual solo le ha dejado un canario de color gris.
A pasarte por mi cabeza, tres minutos antes
de que un niño en un hospital haga caída libre
y se duerma.
A mi.

No vuelvas.
No te odio.
Solo te admiro.
Y deberías temerme por ello.
No vuelvas por mi ciudad,
esa en la que nunca ha pasado nada.
Por la tienda de caramelos que cerraron
donde Irene quedaba con Laura
para hacer cosas de mayores.
Papá y mamá nunca me lo quisieron contar.
Tal vez puedas hacerlo tú, pero con la boca cerrada.
Más bonita tu garganta así,
callada
 muda
  ausente.
Como las ruinas que maquillan Grecia,
las secuelas que le dejaron a Cherbonyl después de que
su mujer le abandonara para irse con alguien más joven;
o como los fantasmas que habitan Detroit,
tu alma
o mi cabeza, buscando a alguien con quien hablar
de la crisis o del tiempo
que llevan encerrados.

Fantasmas que están más vivos que yo,
que las mariposas que resucité a disparos por no saber
comportarse cuando se acercaba alguien a prestarme un poco
de eso que la gente llama alegría.
Más vivos que mi mano, que no para de escribir poemas
que están contentos, como este, que no deja de reírse
de ti
y que no para de llorar
por mi.

Bienvenido a mi hospital, donde las paredes
son "amarillo chillón" y vaya si chillan,
no se callan, sobre todo por las noches.
Aquí las baldosas son la combinación
que da a un pista de baile de los 70´s.
Donde todas las frases acaban "mal":
El niño que hace caída libre la hace mal,
la tienda de caramelos que cerraron porque Irene
hacia cosas de mayores
(que mis padres nunca quisieron contarme)
con Laura, es mal.
Que Bella se comiera a Bestia,
le sentó mal.
Disfruta de tu estancia aquí,
porque podrás salir siempre.
Esta prohibido llorar
aunque muchas veces no podrás evitarlo.
Siéntete como en casa,
disfruta de tu estancia.

jueves, 14 de enero de 2016

Jamás serás Poesía

Por mucho que te empeñes en bañarme de versos.
Jamás serás Poesía.
Por muchas veces que vengas a buscarme a casa,
nunca me traerás de vuelta,
ni te invitaré a subir.
Porque nunca serás Poesía.
Jamás escribirás versos sobre mi cuerpo.
Porque no eres Poesía.
Ella era mi mejor amiga, aunque
en realidad tenga forma masculina
y su nombre termine en o.
Pero yo prefiero llamarla Poesía, porque así,
lo hace, si es posible, más bonito aún.
Y tú...
tú jamás serás como ella,
como él,
como lo quieras llamar.
Por mucho que quieras no podrás emocionarme,
ni hacerme llorar,
ni temblar,
ni llegarás a ponerme los pelos de punta,
como lo hacía Poesía.
Porque ella era mi mejor amiga,
y por mucho que te empeñes en ser como Poesía.
Jamás serás como ella.
Porque no toda la poesía tiene por qué rimar
ni todos los escritores
son capaces de hacer vibrar.
Porque por mucho que quieras
bañarme en versos,
nunca serás Poesía.
Y tampoco, volverás a ser tú.

Llegó la lluvia

Llegó la lluvia
para jugar a buscar al sol
mientra este 
juagaba al escondite
con la Luna. 
Llegó la lluvia 
para hacer mágico 
todo aquello 
que la magia habia hecho 
desaparecer. 
Llegó la lluvia
para besar las aceras
los prados y 
el mar; 
para secar las flores
y ahogar 
a los peces. 
Llegó la lluvia 
y entonces 
todo se iluminó. 

miércoles, 13 de enero de 2016

Duros, fuertes, bonitos...

Te quiero duro,
fuerte
  y bonito.
Y así es como quiero que (me) lo hagas.
Que (me) lo hagas duro
para olvidarme así,
de todos esos huracanes de mi alrededor.
Que (me) lo hagas fuerte,
y me hagas fuerte a mi,
para curarme.
Y que (me) lo hagas
bonito;
  lento;
    sin prisa.
Y que así nos quedemos,
parados,
   inertes,
pero jamás cansados.
Porque es así como te quiero
duro,
  fuerte
    y bonito.
En ocasiones puro,
en otras... sucio mejor.
Pero siempre bonito, así como tú eres.
Con tus ojos, parlanchines a veces
y otras, en cambio,
tranquilos
  callados
    dormidos.
O tus marcas pasando desapercibidas
como un cantante tomando un café en un viejo bar
en pleno centro de la ciudad.

Así es como te quiero
Con tu altura de tiranosaurio rex
siendo la envidia del Empire State,
alzándote sobre los edificios de la ciudad y sobre mi.
Con nuestras escapadas a Roma,
o la vez que nos fuimos a bailar a Nueva York
y terminamos viendo amanecer en lo alto de la Estatua de la Libertad
libres;
jóvenes.
Con mis discos de Lana del Rey
y mis libros de historias suicidas
que me hablan y me cuentan
lo que hiciste el pasado invierno con una chica morena
amante de los lazos y las heridas.

Así es como me quieres
fuerte;
  dura;
    y bonita.
Con mis pequeñas guerras internas.
Con mis revoluciones...
Francesa;
Americana;
Interior.
Así nos queremos,
bonitos;
  duros
    y fuertes.
Y así seguiremos haciéndolo
hasta que la Luna,
solitaria
y lejana,
decida venir a buscarnos
para jugar con ella al escondite,
mientras las estrellas
nos ayudan a buscarla.