lunes, 18 de mayo de 2015

Pájaros de barro

...Tenía pájaros en la cabeza. Tenía pájaros en las vértebras. Los tenía en los nudillos, en los ojos rojos, en mis ojeras. Tenía pájaros en la venas.
Gaviotas y palomas anidaban en cada recoveco de mi cuerpo, buscando aunque fuera un ápice de calor. Hasta las golondrinas de Becquer buscaban desesperadamente una pizca de ese cálido y reconfortante cariño humano. Incluso yo lo buscaba... Y lo busqué en todas las personas que pudiera imaginar, pero en ninguna lo encontré como lo hice en mi mismo. Busqué ese cariño en cada rincón de mi cuerpo, al igual que esos pájaros que volaban alrededor de mi. Y lo encontré. Encontré el amor que nunca nadie me había dado hasta entonces.
Puede que yo no fuese tan distinta a esos pájaros de barro. Eso fui durante mucho tiempo, un pájaro buceando en lo más hondo de mi ser. Levantando huracanes con el aleteo de sus alas. Sin importarle el afán de libertad. Al contrario, diría que amaba estar presa dentro de mi, y aquellos pájaros de mi cabeza también amaban estar encerrados, ya fuera en mi mente o en mi columna vertebral. Eso tuve durante mucho tiempo, pájaros que no volaban, sino que solo se limitaban a explorar buscando un lugar en el que recibir cariño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario